[Eliseo WTC] Presentación al príncipe (Cerrado)

El agente de seguridad, un negro serio e imponente, te escucha y toma tus pertenencias. Incluso revisa tu cuerpo en busca de otros objetos peligrosos, muy protocolario. Su respuesta no es más que una seña con la palma de su mano, en señal de espera, mientras se dirigía a confiscar tus peligrosas pertenencias a una pequeña cabina de vidrio opaco.

Un o dos minutos más tarde regresa, y nuevamente te indica con su mano que lo sigas. Muy silencioso y profesional, te escolta a un elevador privado, y marca la última planta. El ascensor asciende rápidamente, y al cabo de un rato, sus puertas se abren. Una lujosa sala de espera, con sillones y mesas vidriadas de café, junto con un sirviente lustrando las mismas. Una clásica puerta doble es lo único que te aguarda, y tu escolta extiende su brazo en señal de que procedas, pero ya permaneciendo en su lugar.

- Oh. Buenas noches. - Te saluda muy educadamente el mayordomo, algo desprevenido ya que no esperaba que le hablasen a él mientras limpiaba. Era un hombre mayor, de actitud humilde. - Guilbeau no se encuentra con nadie ahora mismo. Siéntase libre de pasar. - Comenta cordial antes de que se genere un incómodo silencio, viendo tu actitud educada y paciente. Pero no había más que ustedes dos en la sala, aparte del silencioso y profesional guardia.

- Pase, joven Padavona. Lo estaba esperando. - Escuchas la poderosa y sublime voz de quien debía ser el Príncipe, al fondo del receptáculo. Debía serlo, porque tan sólo con oírla, no inspiraba más que pura nobleza y liderazgo, incluso con tan simples y vanas palabras. Su presencia era natural e inevitablemente poderosa.

La sala donde te aguardaba, era enorme, y prácticamente ininterrumpida. Sutiles muebles y obras de arte reposaban sobre las paredes y nada más, permitiendo una vista plena a la mesa donde la figura de Marcel aguardaba, delante de un enorme mirador a la ciudad nocturna. Eta un hombre realmente alto, fácilmente de dos metros y gran anchura. Una figura realmente bella e imponente, así como elegantemente vestida con una ostentosa y prolija camisa, que te aguardaba firmemente de pie.

Marcel te escucha, y observa tu gesto como un juez, más no recibe tu mano. - Su Sire no hizo mal en instruirle acerca de la nobleza de nuestra secta, y la importancia de su colaboración como neonato... Mas, evidentemente olvidó enseñarle acerca de su posición en la Torre. - Responde de manera algo autoritaria, en pos de corregir tu falta de etiqueta y reconocimiento.

Tus palabras, si bien no son necesariamente incorrectas, no logran ser bien acompañadas gracias a tu falta de cortesía y diplomacia. Notas en la expresión dura del Príncipe, observándote cual juez a punto de dictaminar una sentencia, que no logras acortar la distancia que tu falta de etiqueta previa acaba de generar.

- Seguramente el Alguacil sabrá darle uso a sus capacidades, Padavona. Pero el orden y el respeto son los pilares fundamentales de nuestra Secta, y debería aprender a reconocer su inmesurable deuda ante la misma y los Antiguos que lo protegen. Tales faltas de respeto no serán toleradas en mi Dominio. - Te reprende duramente, con un tono frío, aunque con una intención más instructiva. Sería mejor que no volvieses a cometer ese error, sobretodo con el resto de los ancianos.

- De la misma manera, espero que usted esté familiarizado con las Tradiciones de la Torre. - Añade tras una dura pausa, esperando no más que una respuesta afirmativa y segura de tu parte.

- También debe estar al tanto de que mientras se encuentre en nuestro Dominio, está estrictamente prohibido alimentarse de cualquier miembro de la policía o el clero. Así como de cualquier humano dentro del distrito de Gentilly. - Añade, dictaminando las normas particulares de la ciudad.

- De la misma manera, le sugiero mantener las distancias con cualquiera de los parques. Es territorio resguardado por los Gangrel, y habitado por Lupinos. - Es su segunda advertencia, más dura. Una norma a la que deberías ajustarte al pie de la letra, por tu propio bienestar.

- Muy bien. - Afirma, cortante, dando lugar a una larga pausa y duro silencio en el que no despega su dura mirada de tu persona.

Posteriormente, comienza a dar unos lentos pasos hacia el costado, con ambos brazos entrelazados tras su espalda, mientras continúa. - El Alguacil los llamará dentro de las siguiente semana, seguramente, para comenzar su labor. Su estadía en la ciudad dependerá de qué tanta eficiencia demuestre en dicha prueba. Hasta entonces, tiene derecho a residir y establecerse en Nueva Orleans, así como de visitar nuestros Eliseos. - Sentencia, finalmente, dando su visto bueno... Por ahora. Restaba escuchar cuál era el veredicto de Meyer.

- ¿Alguna pregunta, señor Padavona? - En caso de que algo no hubiese sido claro.