[Bourbon Orleans Hotel] A su servicio (cerrado)

La mujer te mira, algo pasmada. Era una presencia fuerte la de Enzo, y el nombre de Chartry parecía ser uno conocido también para ella.

- ¿Falcone, dice? Sí... Un momento. - Mientras parece chequear algunas cosas detrás de la mesada. - Estem... Sí. Ella me avisó de usted. Su habitación se encuentra en el segundo piso. Al fondo del ala izquierda. Que tenga una buena estadía. - Te sonríe cortésmente, puede que por un poco más que mera educación.

Siendo la ubicación no era difícil perderse en la estructura del hotel, más si en los incontables placeres que ofrecía en su camino. Piscinas, bares, incluso algo de música relajada... Se notaba que era la clase de sitio donde los turistas y residentes más adinerados podían desahogar sus pasiones, sutilmente. Al fondo, no hay más que una puerta de madera firmemente cerrada, fácilmente confundible con cualquier otra. Mas si el dato era correcto, debía ser esa.

Tarda un poco en aparecer un joven muchacho rubio y bien vestido, muy buen mozo, del otro lado de la puerta, una vez abierta de par en par. Observa tu aspecto con cierta impresión.

- Usted debe ser el caballero Falcone. - Se adelanta a decir de manera solemne, haciendo su cuerpo a un lado con un gesto que daba permiso a tu paso. Acto seguido él se retira, cerrando la puerta tras de ti.

Una amplia habitación de lujo era lo que te recibía, en medio de una amplia y lujosa sala dividida del resto de la suite. Amplios sillones y mesadas de vidrio, rodeadas de diferentes cuadros y pequeñas estuatillas de arte, empapaban todo el sitio. Se sentía un fuerte aroma aperfumado, proveniente de diferentes sahumerios, ofreciendo un muy agradable estímulo. Mas probablemente no tanto para un ser humano, que tras un rato se le podría incomodar respirar en un aire tan contaminado.

Unas de las puertas internas se abre, y oyes pasos firmes de taco acercarse...

Se había enfrentado a los monstruosos Sabbat en Nueva York mas de una vez, tenido escaramuzas con los demonios Tzimisces defendiendo el principado del Petirojo y jamas vacilo, jamas tuvo miedo. La muerte era su oficio antes de morir para ser un Ventrue, y poco podía hacerle vacilar. Por eso le extraño como sus músculos se resistían a acercarse a esa, en apariencia, frágil mujer.  Era una depredadora, una autentica monstruo de pesadillas, y esperaba nunca tener que estar del otro lado de sus colmillos.  Por tanto ese miedo lo hacia pequeño, aun en su tamaño.
Por lo que hincando su rodilla en el suelo tomo su esqueletica y fria mano, si ella le permitiese, y bajando la mairada le dio un beso a uno de sus anillos y comenzó con el ritual de presentación:

_Un honor conocerla finalmente su Excelencia , soy Enzo Falcone, chiquillo de Piero Gambino, chiquillo de Lorenzo de Verona, chiquillo de Franchesca la iluminada, chiquilla de Augustus Pretorio, chiquillo de Pietro el Etrusco, chiquillo de Julius, chiquillo de Ventrue, estoy a su entera disposición para lo que necesite-recito todo su linaje hasta el fundador, una practica que Piero le había hecho memorizar a base de dolor y sangre. No solía recitar su linaje hasta Julius, pero ya que compartían un ancestro en común, Julius, seguramente hubiese sido una falta de respeto no nombrarlo. 

Luego volvió a levantarse como si una columna comenzara alzarse hasta el cielo, sus gestos majestuoso, orgullosos y altivos, envalentonado por la apreciasion positiva de la Ventrue.
Acto seguido, le entrega con lentitud el pequeño obsequió que tenia en la mano.

_Por cierto, esto es para usted, un pequeño gesto de aprecio de mi parte por permitir esta reunión, espero que sea de su agrado-se expreso con educación, refiriéndose al cuadro del afamado pintor Newyorkino que estaba prolijamente envuelto en papel francés de un blanco pristimo y sujetado por un lazo de ceda azul, evocando el color de los Patricios.

Luego se desabotono el saco y de su interior saco una carta, de un papel muy antiguo pero aun así bien conservado. Y con cuidado, como si aquel pedazo de papel pudiese deshacerse con la mas mínima briza, le entrego a la anciana la misma.

_...es de Julius-si algo le daba mas miedo que la dama que tenia enfrente, era pronunciar siquiera el nombre del Matusalén. Y ahora pudiendo ver a la antigua frente a él, solo podía agradecer a su suerte nunca haber conocido en persona al anciano Matusalen.

Las palabras de la primogénita lo tomaron por sorpresa, al menos en parte. Es que, ahora entendía en parte del porque de ambas cartas. Era claro que la antigua creía ser el poder tras el trono de Nueva Orleans. Si eso era cierto, no lo sabía aún, pero tenía el porte para poder sostener sus dichos. No cualquiera hacia acobardarlo. 
_Agradezco contar con vuestra protección, y déjeme decirle que estoy a disposición para lo que sea que necesite-contesto acomodándose los gemelos de oro de su camisa. Costumbre que tenía cuando estaba frente al don, en aquellos tiempos donde aun respiraba. 
_Cuénteme por favor lady Chartry, en que circunstancia se encuentra el principado de Marcel-las palabras de la antigua hablaban de protección, y si había necesidad de protección, entonces había amenazas. 

¿Es benevolencia o quizás actualmente no tiene el poder para imponer con puño de hierro su soberanía sobre la ciudad?-pregunto mientras recorría la estancia con la mirada. Quizás fuera por eso que necesitaba de nuevos agentes en la ciudad.

Es una verdadera pena cuando el poder es mal encaminado, o peor aun, desaprovechado-contesta meneando la cabeza-ahora mi Lady, que desea que haga por usted, soy un recién llegado por lo que tengo más libertad que otros ya asentado, será una pena perder está oportunidad-se ofreció para ver en qué podía ser útil.

No lo conozco, ¿es un mortal reconocido o un miembro de la estirpe local?-pronuncio con seriedad, aun le incomodaba la innatural presencia de su mentora, pero tendría que acostumbrarse a ese tipo de vástagos si quería jugar en las grandes ligas. 
_Por otro lado que desea que haga con él-pregunto de igual forma, robar su operaciones, darle una paliza, humillarlo públicamente, esta dispuesto hacer eso y mas si acaso eso le ayudaba a crecer dentro de la jerarquía del clan. 

Y una vez que las encuentre que quiere que haga con ellas-le pregunto intrigado, había algo muy personal en su pedido, algo que le hacía pensar que quizás el Toreador le había ofendido de algún modo.

No hay problema, ¿Sabe dónde frecuenta ese tal Josua?-le pregunto, quizás así sería más fácil hacer su trabajo.

Perfecto, veré si puedo encontrar la forma de ser invitado a la Mansión del Príncipe.¿ Algo más que desee de mí su Serenísima?-le pregunto con un gesto noble en su rostro.