[Biblioteca Hubbell] relato de un testigo (cerrado)

- Pase, pase. - Te susurra hiperactivo desde su lugar, había buena acústica por lo que se escuchaba perfecto. Con una seña te indica que cierres la puerta. Luego se acerca personalmente a saludarte. - Perdón... Buenas noches. - Te ofrece su mano tras acomodar su voz, reajustar su corbata suelta y aplastar un poco su cabello (Que estaba algo despeinado).

- ¿...Por qué desea saber? - Pregunta, fallando en disimular su paranoia o excesiva preocupación al respecto. Te observa muy fijamente.

- Sí, he escuchado... - Asiente rápidamente, aunque aún se lo ve algo tenso.

- Entiendo. Entiendo... Puede sentarse. - Te invita, mientras él se dispone a caminar un poco más hacia una de las estanterías del fondo, que también contaba con un stock de libros, revisando el lomo de alguno de ellos y dándote la espalda temporalmente.

- Por cierto. Le he pedido a Jenny que se ausente esta noche. Así que descuide, no volverá a repetirse el accidente del café. - Te asegura, mientras comenzaba a sacar con lentitud y delicadeza uno de los libros. Aunque ese suceso que menciona... No te suena para nada.

EL Malkavian permanece unos segundos en silencio, paralizado. - No. No lo hubo... - Luego deja el libro que estaba por tomar, devuelta en su prolijo sitio.

Acto seguido se acerca nuevamente hacia ti, con una actitud mucho más formal y correcta, hablándote cara a cara. - Espero no haberlo incomodado. Me alegra saber que usted... Sigue siendo usted. - Confiesa, con un aire más relajado y característico de su persona.

De inmediato se dispuso a tomar otro de sus asientos acolchonados para acomodarlo frente a ti, a una distancia y ángulo perfectos para una conversación formal. Ya todo listo, se sienta.

- Antes de comenzar, dígame... ¿Conoce usted al señor Mortred? Pertenece al mismo Clan que D'Richet. - Comenzando a responder apropiadamente a tu inicial pregunta, mas iniciando con otra.

- Sí... Yo también he perdido todo contacto con él. Por eso no puedo sino temerme lo peor. - Te explica, con gran preocupación.

- Verá... No quiero alarmarlo más de lo que ya debe estarlo, señor Trevor. Pero es posible que este conocimiento, o el hecho de que lo vean demasiado seguido conmigo, pueda ponerlo en peligro. Y no quisiera poner en peligro a nadie más. No, no podría... - Trata de advertirte, mostrando cierta preocupación y quizás algo de culpa.

- ¿Está seguro de que desea continuar con esta conversación? - Te mira de nuevo, fijamente.

Colville se toma un momento de silencio, adoptando una postura mucho más correcta, para terminar de pensar sus siguientes palabras.

- Fue en la Estación de Lakeview. No recuerdo la hora, el tiempo se vuelve muy difuso cuando un tren sufre un atraso y la gente se enajena... Pero yo podía leer, podía ver que había una mano oscura detrás de todo esto. Fue por eso que hice lo que hice. - Comienza de manera solemne, y su mirada perdida, como si estuviese hablando más para sí que para ti.

- Sabía que el peligro se avecinaba. Por eso hice lo que hice, para proteger la Mascarada. Pero no pude proteger al joven. El vástago asesinado. - Y aunque había cierto pesar en él, aún justificaba su accionar y forma de pensar, reafirmándola.

- Pero luego llegaron otros. No podía permitir más. Intenté advertirles. Primero a Starcastle. Luego a Mortred. Decidimos escondernos tras las vías, que estaban clausuradas. - Continúa, pensativo.

- El peligro parecía haber cesado. Entonces nos presentamos. Y el asesino... También se presentó. - Enmarcando la tensión en este punto. - No lo vi venir. Starcastle no lo vio venir. Mortred no lo vio venir. Yo no pude verlo venir. - Se lo notaba muy frustrado al respecto.

- Dicen que los Assamitas son maestros en el artes de la Ofuscación. Yo nunca antes había visto uno. Y en ese momento entendí por qué. - Tan sólo la idea parecía aterrarle. - Pero fue todo muy extraño. Éste decidió mostrarse. Se presentó bajo el nombre de Lynes. Manifestó sus deseos, y luego se fue. O eso creemos. - Concluye, mirándote con fuerza en esta última oración. Era algo que aún lo dejaba pensando.

- Entiende... ¿Entiende por qué tan sólo su conocimiento es peligroso? Hasta hace unos momentos, yo era el último testigo. Pero ahora esto, nos convierte nuevamente en dos. - Y todo parecía indicar que el proceso era cíclico.

- No... No poseo evidencia concisa. Aún. - Aclara, respetando el posible margen de error, pero decidido a eliminarlo por completo.

- Pero su proceder... Su manera de hablar... Éste hablaba de 'clientes' y 'contratos', términos muy peculiares en su cultura. Además, sólo ellos poseen tal experticia en el arte de la Ofuscación. Conozco muy bien a los hermanos de mi Clan, y a los habitantes del Nosferatu. Créame, éste no era ninguno de ellos. - Te explica, muy convencido.

El Malkavian escucha tu segunda pregunta, y niega lentamente.

- Eso es lo peor. Su linaje no es bienvenido, y no existe registro alguno de su presencia. Su revelación, voluntaria, es de lo más preocupante. - Expresa con gran preocupación, esperando comprendieses todo lo que eso implicaba. Muchas cosas aún escapaban a su comprensión.

- Extraño ¿No es así? - Reitera, algo fascinado con el misterio por resolver, pero no menos preocupado por los potenciales riesgos.

- Su asesinato había sido totalmente limpio. Lo que un miembro de la Rosa consideraría una perfecta obra de arte. Podría haberse ido sin dejar algún rastro, mas optó por revelar su identidad y su contrato... ¿Por qué? - Plantea su línea de pensamiento. Era la duda que más lo carcomía. - ¿Una protección? Es posible. Todo contrato requiere de un contratista. Revelarlo sólo lo expone a ambos, y hasta podría decirse que la nueva inclusión de un Sangre Débil de nuestra secta en consecuencia, no logró más que entorpecer su cometido. - Continúa, siguiendo tu planteo.

- No... Las piezas del rompecabezas no terminan de encajar. Es por eso que creo, hemos sido burlados con piezas falsas. - Concluye muy seriamente, con una fuerte metáfora.

- Hmmm... ¿Doctor Wickfield? - Repite, pensando...

Inteligencia de Colville
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- Me suena... Me suena... Pero no estoy muy seguro de qué. - Continúa repitiendo, a ver si eso le ayudaba a hacer memoria. - Pero no me suena de una persona. Eso es seguro. - Garantiza, a medida que hace el esfuerzo mental. Pero como todo intento de recordar, eventualmente se estanca.

- ¿Por qué la pregunta? - Recae, curioso.4d10

- Una investigación curiosa, la suya. Y potencialmente peligrosa. Algunos conocimientos es mejor que jamás sean desenterrados... Palabras de Uriah... - Medita en voz alta, intrigado.

- ...Con las que no sé si concuerdo. Pero tal vez quiera considerar. - Completa, para advertirte.

- ¿Sólo ese nombre? ¿Sin nada de contextualización alguna?

- Hmmm... No... Desconozco los detalles acerca del mismo. Lo siento. - Se disculpa tras sopesarlo, pero no parecía hallar respuesta en su cabeza.

- Tenga mucho cuidado. Se lo suplico. - No era un mero formalismo, su preocupación sonaba real.